En este caso, charlamos sobre el aporte de la madera en el vino. Vamos a explorar a través de los vinos qué carancho pasa cuando lo ponemos a madurar o fermentar en contacto con roble.
Para ilustrar el contenido, te ofrecemos cuatro vinachos que nos regalan estas comparaciones:
› Un Malbec mendocino fresco y frutado comparado con un Tannat Montevideano, maderoso como un ombú: la gracia de esto es mezclarlos y armar tu propio blend. Puede ser muy frutado con un toque de madera; maderoso pero no tanto y todo entre medio. Esto no tiene ciencia: ponés en una copa un poco de cada uno, lo mezclás y listo. Si no te divertís haciendo eso, no tenés sangre.
› Un blanco hecho fresco y otro fermentado en madera. Mismo color, distinta uva, distinto proceso, distinto resultado: uno fresco y aromático a morir y el otro, complejo y denso.
› Qué distinto aporte da la fermentación en madera (el blanco) vs madurado (el tinto) y las diferencias entre ellos de las notas que da la madera.
Y esos vinos son:
› Un De Martino Estate Sauvignon Blanc: una demencia de aromas cítricos (lima, pomelo), ananá y un poco herbáceas en un vino muy fresco y potente,
› Un Alambrado Chardonnay: con todas las características de un vino fermentado en madera y redondeado con vino fresco: tostado, vainilloso y floroso.
› Un Santa Julia Malbec: el claro ejemplo de un vino joven y fresco con mucha fruta oscurita, como ciruelas y moras, y
› Un Vinito Club Tannat Maderoso: violeta profundo con una cantidad obsena de notas a madera… algo parecido a chupar el palito de un helado, si ese helado estaba hecho con vino.